El pasado 28 de febrero tuvimos conocimiento de un nuevo panfleto donde se nos califica como objetivos militares inmediatos por parte de las “águilas negras” amenazando a líderes y lideresas sociales, organizaciones de Derechos Humanos, entidades comprometidas con la paz y también a nuestra entidad JUSTAPAZ.
Levantamos nuestra voz de rechazo por las amenazas de las Águilas Negras que se suma a lo que hemos constatado en regiones como el Bajo Cauca Antioqueño, Sur del Chocó, Bajo Putumayo, Nariño y otras regiones, donde grupos armados, que con ánimos de controlar el territorio, siguen acciones sistemáticas de intimidación y asesinato a líderes y lideresas sociales que trabajan por inversión social, desarrollo e implementación de los acuerdos de paz.
En espíritu de oración y solidaridad con las familias de los líderes y lideresas asesinadas y con todos aquellos hombres y mujeres que, por su convicción de ser gestores y gestoras de paz y reconciliación, han sido estigmatizados hacemos un llamado urgente a la Comunidad Internacional, a la sociedad civil en su conjunto y a las Iglesias para que se inste al presidente Iván Duque, al Gobierno y autoridades locales a poner en marcha el conjunto de medidas de protección y cuidado de la vida que fueron estipuladas en el Acuerdo de Paz y otras medidas que sean necesarias para evitar que sigan extendiéndose por las regiones estas oleadas de violencia y afectaciones a los derechos humanos.
Hacemos un llamado al Gobierno nacional para que garantice las medidas de protección de nuestra vida y seguridad, así como la de los líderes y lideresas del sector religioso que nos acompañan en los territorios. En consecuencia, exigimos que existan garantías de protección para organizaciones y personas amenazadas; grantías colectivas y diferenciales para la protección de liderazgos socio-eclesiales; e investigación, judicialización y sanción de los autores y responsables de dichas amenazas.
Nuestra tarea por la paz está inspirada en la Palabra de Dios, como bien cita el profeta Isaías “¡Aprendan a hacer el bien, esfuércense en hacer lo que es justo, ayuden al oprimido, hagan justicia al huérfano, defiendan los derechos de la viuda! (Isaías 1:17). La fuerza espiritual de nuestra labor está en sanar las heridas del conflicto armado y trabajar juntos por el bienestar, la vida digna y la justicia social. Es tiempo de solidaridad y renovado impulso en favor del diálogo, la reconciliación y la acción noviolenta. Es posible construir país desde la transformar pacífica de conflictos y la concertación social de los distintos sectores y actores sociales.
¡¡¡Todos y todas por un país en paz y reconciliado!!!